La importancia del intercambio cultural para el sector agropecuario en México a través de las pasantías
Como agrónomo especializado en economía agrícola y agricultura tropical, decidí hacer un año completo de prácticas en distintos países latinoamericanos. El último país era México, donde trabajé un mes con Grupo Inders. Solo por falta de tiempo me quedé tan poco, porque para de verdad conocer bien a una empresa y los matices que yacen dentro de un país, aprendí que al menos hay que estar cuatro meses. Sin embargo, lo más valioso de esta pasantía era estar cada día al lado de los fundadores de la empresa, Aurora e Isai. De ellos aprendí la importancia primordial de poder trasladar su inspiración, pasión y motivación a los colegas, socios y clientes. También era interesante ver cómo tener un equipo polifacético es imprescindible para poder llevar a cabo un buen trabajo y diversos proyectos con sus desafíos específicos. Por último, otro gran aprendizaje era que todavía hay muchísimas oportunidades en el país (igual que en casi cualquier país), y que solo falta identificarlas y diseñar un plan de negocio efectivo.
Estas pasantías eran necesarias para mi, para poder empezar una carrera que realmente contribuya al desarrollo en lugar de limitarme al paradigma transmitido por mis profesores en mi país, tomando en cuenta las realidades políticas, económicas e infraestructurales del campo. Inclusive aprendí de las diferencias en mentalidades que existen entre por ejemplo México y Bélgica. En México, me pareció que la vía hacia adelante en cuestiones de sustentabilidad era la intensificación con alta tecnología (y a veces más insumos) para producir más en un superficie menor, todavía en el espíritu de la Revolución Verde, iniciada en los años 60. Mientras en Bélgica, el enfoque está dividido en dos:
- mantener el mismo nivel de alta intensidad ya lograda, pero con menos u otros insumos, y
- volver a prácticas antiguas, apoyadas por la ciencia, adoptando agricultura orgánica o agroecológica para una mejor salud del suelo, evitar contaminación y depender menos en reservas de agua limitadas. Como uno ya se puede imaginar, esta diferencia en enfoques se origina de contextos diferentes.
Por supuesto, era un intercambio bidireccional: mientras que yo he podido juntar conocimiento en diferentes tipos de empresas, lo que me permitió encontrar mi pasión de vida, he contribuido a estas mismas empresas no solo mi conocimiento sobre análisis económicas y financieras, pero también mi cultura, hábitos de trabajo y visión sobre sustentabilidad. Creo que sobre todo destacaron la tradición occidental de trabajar de manera muy formal, confiando mucho en cálculos de modelos económicos y análisis contables, y una comunicación muy directa. A veces era gustado y a veces no, pero por lo menos abrió el horizonte de la empresa aún más, ofreciendo nuevos puntos de vista y por ende identificando nuevas oportunidades. Un ejemplo es introducir (más) sistemas de agroforestería y silvopastoralismo (con árboles adecuados y útiles), que podrían ayudar con una menor demanda de irrigación, mejor mantenimiento de calidad de suelo y un control de plagas y enfermedades más natural. Otro ejemplo es dejar escuchar música clásica (o música tranquila en general) al ganado y mostrarles campos bonitos por Realidad Virtual cuando están en el establo para aumentar la productividad.
Por último, el mensaje que quiero dar no solo es que las pasantías enriquecen al pasante y la empresa, sino también a los clientes de la empresa, en el caso de Grupo Inders, los productores agrícolas mexicanos. El trabajo de un extranjero en una empresa mexicana facilita la transferencia de ideas, conocimiento y prácticas de cultivación de un país a otro. Ojalá tales intercambios ayuden a llegar a un mundo donde los campesinos ganen un sueldo justo, produciendo suficiente comida de alta calidad y nutrición, y con métodos que nos faciliten vivir en paz con la tierra, la Pachamama, como me fue enseñado en Perú y Ecuador.